Los ojos negros de todos seguían las curvas de
su cintura de avispa, sus caderas de movían de un lado para otro, con rapidez,
ligereza y elegancia; a simple vista se podía ver como sus nalgas eran flácidas
y, que, si no fuera porque llevaba una falda negra, larga, muy larga, su
celulitis se vería con nitidez; su
ombligo es como los que me gustan, ni muy profundo ni muy salido, justo como el
mío; no era gorda, pero la falda le llagaba hasta el punto justo antes del
ombligo, haciéndole una curvatura en el abdomen que daba la impresión de que tenía
dos meses de embarazo o en su defecto una muy mala digestión; naturalmente tenía
unos tenis, los típicos tenis que tiene las universitarias o las jovencitas “normales”
unos Adidas Super Start, lo más común y normal para mi gusto, pero eran sus TENIS.
Su morral universitario le llegaba hasta las nalgas de manera que con cada paso
era inevitable ver como el bolso se levantaba y genera un ruido similar a sus
pisadas.
Ella sentía como los ojos negros de todos los
tenderos, peluqueros, comerciantes y albañiles solo se movían en dirección hacia
ella, ¿mirándola, observándola, morboseandola, admirándola?, no lo sabía, ella únicamente
podía percibir el movimiento de todos sus ojos frente a los suyos, con disimulo
incluso se percataba de como retorcían sus cabezas para no perderla de vista,
por lo menos, no tan rápido.
Su cabello no era ni muy largo ni muy corto, lo
suficiente para que el viento que soplaba a su favor lo elevara para atrás,
refrescando su juvenil, pero cicatrizado rostro –lleno de huellas adolescentes-
era de color rubio, un rubio teñido, muy lacio probablemente por algún procedimiento;
la queratina, el chocoliss, la plancha o sencillamente, así era.
No estaba modelando, solo estaba caminando por
las calles de siempre, pero, como nunca. Quizás era solo un día más, un día
rutinario, un día común y corriente, sin nada de extraordinario, todo trascurría,
fluía como siempre y como nunca al mismo tiempo.
Todo era igual, se veía igual; las mismas
calles, las mismas putas paradas en las esquinas y los mismos viejos de ojos
negros.
Dio vuelta en la esquina hacia la derecha,
ahora los ojos negros de todos tendrían que distraerse o entretenerse con otra
cintura. Se esfumo con el viento a su paso, dejando un soplo de vida en todos
aquellos ojos negros.
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