Un grito sin heridas
Un grito de enseñanza
Mis ojos observaban el estridente ruido
del pasar del tiempo, se sentía la rotación y el girar de la tierra, ya era
casi la noche pero aún podía sentir como el calor del sol traspasaba la ventana
hasta llegar a mí, estaba acostada, leía frases de un libro del que no recuerdo
su nombre, ni su autor, ni su contenido, claro, solo sé que estaba lleno de
frases de superación personas y cosas así, aburridas para mí, pero, importantes
para mi papá.
De repente una de esas frases tuvo el
poder y la trascendencia suficiente como para romper una barrera tan importante
entre el ser más amado de mi vida y yo; no sé en qué momento, cómo, empezamos a
hablar de su vida, de su infancia, de su padre, mi abuelo.
Nunca creí que esa conversación fuese a
ser recordada por mí, tanto tiempo después,
casi como el mayor aprendizaje de mi vida.
Mi papá se murió cuando tenía mi edad,
yo era el mayor y tan solo tenía 12 años, todo fue tan difícil, mis hermanos
todos estaban muy pequeños y mi mamá era tan joven, tan jovencita parecía, para
hacerse cargo de semejante responsabilidad, me dijo mi papá. Jamás hablaba de
su infancia ni de su vida pasada, para él, su vida era solo el ahora, tal vez,
no lo sé.
Lo poquito que yo conocida de su vida de
pequeño era por lo que nos contaba uno de mis tíos, uno de sus hermanos, y
aunque suene chistoso, el más pequeño, el que menos sabía de la historia antes
de morirse el abuelo, su papá.
Creo que nunca me había sentido tan mal
agradecida con la vida, con quien era y con lo que tenía hasta ese día en que
mi papá me hizo reconocer a través de su experiencia cuánto tenía que agradecer
al universo por tener una mamá, unas hermanas, un hogar, una casa, por tenerlo
a él.
Yo, por mi parte no pude contenerme las
ganas de llorar, pero lo hacía tan disimulado que creía que mi papá no se
estaba dando cuenta, aunque sabía que a él le parecería extraña la ausencia de
mis respuestas y sobre todo de mis preguntas -no era capaz de hablar- de todas maneras, tiempo después escuche una
conversación entre mi mamá y mi papá; él le contaba mi melancolía al escucharle,
yo solo me avergoncé, pero, también me preguntaba, ¿cómo no reaccionar así? si
nunca antes lo había hecho.
Ese día comprendí lo que tenía a mí
alrededor, un tesoro con un gran valor.
Mi papá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario